No se conoce en la naturaleza nada más inexpugnable que la mente humana, ni siquiera el recóndito cosmos se niega a descorrer su velo con tanta dureza como lo hace la mente: inagotable esclarecedora de misterios y que, paradójicamente, ella misma no se entiende. Con la mente surgen los misterios y con ella se multiplican, lo que quiere decir que éstos nunca mueren.

¿Cómo explicar el viejo estribillo de si fue primero la materia o el espíritu?

De acuerdo con nociones racionalistas, la interacción materia y espíritu, ni comienza ni finaliza, dada su eterna dependencia. El materialismo compendia a la mente como el puesto cumbre en la progresión de la materia. Sin embargo, el creacionismo, adversamente, lo exalta como el principio de la materia (Dios). Ahora bien, partiendo del convencimiento materialista y del conglomerado de las funciones cerebrales que dan paso a la actividad mental, podemos asegurar que no hay mente sin cerebro ni espíritu sin materia. Las neurociencias examinan el nexo entre el cerebro y la mente, reconociendo el modo en que las sustancias químico–cerebrales influyen en el comportamiento mental y éste en el cerebro. El estudio acerca de la mutua relación entre el cerebro y la mente, es desde ya, un gran aporte para su pesada exploración. En concreto, nadie ha podido asegurar, si las teorías hasta hoy expuestas siguen un rectilíneo trazo hacia su comprensión plena o al menos se aproximan a su periferia. Intentaré responder desde mi particular punto de vista las siguientes interrogantes:

 ¿Cuánto la hemos aprovechado? ¿Y qué esperamos de ella?

En menos de cien años, las teorías aportadas por distintas ramas del saber, llevaron a las confusas manifestaciones fenomenológicas a que pasaran por el laboratorio y egresaran con nombre propio. Fue así que se consiguió estructurar el diccionario parapsicológico que hoy conocemos. De esa forma, la oportuna idea de dividir en dos ámbitos el controvertido asunto paranormal, facilitó su estudio. A la facultad que trasciende los sentidos ordinarios: clarividencia, precognición, retrocognición, telepatía, se la llamó facultad Psi–Gamma, y a la facultad del influjo de la mente sobre la materia: psicoquinesia, poltergeist, levitación, piroquinesis, se la llamó facultad Psi–Kappa.

Obviamente, tal división es meramente descriptiva y no divide la psique en dos, puesto que ambos arquetipos fenomenológicos son dos formas que se plasman dentro del mismo núcleo. Pero, no menos importante que haber podido identificar a estas manifestaciones como fenómenos paranormales, es la metodología de su estudio, que alcanzó un relativo dominio. Pero, aun con todo, la misteriosa actividad de la mente no puede sentarse a reflexionar un minuto sin antes avistar un vendaval de enigmas contra el cual se estrella porfiadamente.

¿Qué misterios esconde la mente?

Enunciaré sólo algunos:

1.- La mente no puede dominar todo el potencial paranormal conjunto; sólo, con el mayor esfuerzo, uno que otro,

2.- La percepción extrasensorial, por lo general, invade la mente como una chispa repentina (cuando menos se espera). De ese modo, la sorpresiva y fugaz aparición de ciertos fenómenos telepáticos, precognitivos y otros, imposibilitan su estudio, salvo en los casos donde su manifestación se consigue a través de pruebas con personas experimentadas.

3.- Obtener un cuadro descriptivo de las evidencias fenoménicas requiere de ensayos reiterados con voluntarios; lo exige la desconfiada ciencia, pero, al final de sus pesquisas, muerde el fracaso. (Extracto del Libro Magia Negra Pura / Nerometamaxja. G. S. Oliva).